Si es cierto, hay cosas que son indefendibles. Pero muchas veces tratar de entender el origen de esas cosas ayuda a dilucidar al menos las razones que los motivan. Las declaraciones políticamente incorrectas de Mahmoud Ahmadinejad -el presidente guapo del que ya habíamos hablado- son indefendibles. Cualquiera en su "sano juicio" diría que pretender borrar a Israel del mapa es una atrocidad, pero si uno piensa que "bajita la mano" lo que Israel hace con Palestina no es sino borrarla del mapa, puede tener cierto sentido -que no lo estoy defendiendo, aclaro pa que luego no me regañen los anónimos-. O su respuesta ante la acusación sobre el maltrato a los homosexuales de su país ("en Irán no tenemos homosexuales").
Pero por indefendible que sea y por intolerable que resulte, no justifica que el presidente de una de las universidades más prestigiosas del mundo -de la que espero ser parte- adopte el papel de juez, arremetiendo contra "su invitado" y diciéndole "petty and cruel dictator".
Ayer que leía la cobertura del New York Times a la visita de M.A. a Columbia me molestó mucho la actitud del dean, quien además fue quien lo invitó a su universidad para luego acusarlo. Y entendí un poco más mi molestia cuando leí este artículo, también en el NYTimes, en el que otro importante académico gabacho explica por qué el presidente de una universidad no puede tomar una postura de esa naturaleza.
Y otra vez ya me clavé, pero pa quien le interese el tema, la columna esta muy buena. Creo que ayuda a esclarecer algunas cosas para evitar hacer juicios como los que algunos analistas, o que dicen serlo, suelen hacer con argumentos tan absolutos como la intolerancia que tanto critican.